En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Sábado XXVII Ordinario Par
Nuestra Señora del Pilar La Virgen del Pilar es una advocación mariana cuya imagen original se encuentra en la Basílica del Pilar de Zaragoza. La tradición la une al apóstol Santiago a quien la Virgen se aparecería en Zaragoza. En esta tradición se advierte la afirmación implícita de los orígenes apostólicos de la fe cristiana y de la veneración a la Virgen María
Evangelio según San Lucas 11, 27-28: En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor
Reflexión: En el evangelio de la celebración de la secular fiesta de la Virgen del Pilar, ante la alborozada exclamación de una mujer en torno a María: “¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!”, Jesús repuso: “Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!”. La expresión de Jesús, lejos de desacreditar a María, es uno de los mejores elogios que se han pronunciado sobre ella, porque nadie como María supo escuchar la palabra de Dios y cumplirla.
María sabía escuchar y escuchar a Dios. Por eso pudo escuchar lo que Dios, a través del ángel Gabriel, le decía. Pero María no se quedó en la escucha. Después de que el ángel le explica lo que Dios quería de ella, María acepta plenamente la voluntad de Dios: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mi según tu voluntad”.
“¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!”. Es una expresión que hace alusión a la madre de Jesús, la Virgen María. María, como toda buena madre, tuvo la gran ilusión de dejar nacer en su seno a su Hijo Jesús.
Pues bien, María nos brinda a todos nosotros, guardando las distancias, tener esa misma ilusión y gozo: dejar nacer en nuestro ser a Jesús, el Hijo de Dio y el Hijo de María.
Ésa debe ser la gran ilusión de nuestra vida: dejar nacer a Jesús en nosotros, porque él desea nacer en nuestro corazón. Dejar que nazca y se apodere de nuestro corazón para que amemos como él ama y a todo lo que Él ama.
Que se apodere de nuestro amor entendimiento y nuestros ojos para que veamos y juzguemos las cosas como él las ve y juzga.
Que se apodere y nazca en nuestros sentimientos para que podamos tener siempre y reaccionar siempre como los sentimientos de Jesús… Es decir, que podemos realizar en nosotros ese proceso de continua cristificación al que nos anima San Pablo: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”… ya no soy yo quien ama, es Cristo quien ama en mí, ya no soy yo quien perdona, quien se entrega, quien… es Cristo quien perdona, quien se entrega… en mí.
No es exagerado decir que Jesús nos habla de la posibilidad de llegar nosotros a ser su madre, darle a luz, engendrarle en nosotros. “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra”.
Dios te bendice Oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.