Los propósitos tienen muy mala prensa.
Primero, porque parece que uno se pone, en plan autosuficiente, a cargarse de motivos y proyectos que ha de sacar adelante por puños.
“Este año voy a…” Y ahí cada quién podemos poner lo que sea.
Rezar más, comer menos, estudiar mejor, hacer deporte, leer, ser amable, ahorrar…
Y claro, parece que uno se convierte en un voluntarista trepando a su pedestal.
Y encima –y aquí la segunda razón para la mala prensa de los propósitos- sucede que la mayoría de las veces todo esto se queda en buenos deseos, y cuando menos te lo esperas te descubres repitiendo las dinámicas que querrías quitarte de en medio.
¿Merece la pena cargar la mochila de propósitos?
FELIZ DÍA A TODOS…